Negocios & Mundo
Lo que mi primer vuelo en cuatro meses me reveló sobre el futuro de los viajes
"Volar hoy en día es totalmente diferente a antes de la pandemia pero, en muchos aspectos, pudiera ser mejor".
Contenido exclusivo suscriptores DF Digital,
para acceder al contenido elige tu plan.
Contenido exclusivo suscriptores DF Full Digital, para acceder al contenido elige tu plan.
SuscríbeteSi ya estás suscrito ingresa aquí
Cuidemos el medio ambiente
Recientemente volé de Londres a la costa oeste de Estados Unidos, mi primera vez en un avión en cuatro meses. Este viaje lo hacía regularmente en la era pre-Covid para ir a ver a mis padres, pero esta vez, cada tramo del viaje tuvo un elemento inesperado.
Andar por el vacío aeropuerto de Heathrow, en el cual las estaciones de desinfección de manos parecían superar en número a los viajeros, fue más tranquilo y agradable de lo habitual. Pero hablar con el personal de la aerolínea, cuando todos teníamos mascarillas, resultó ser difícil debido a su efecto amortiguador sobre los sonidos. Preparándome para el despegue, repentinamente aprecié la forma en que los auxiliares de vuelo comprobaron que todos llevaran una cubierta facial. Al aterrizar en EEUU, los pasajeros tuvieron que completar un breve formulario de salud para Covid-19.
Subirse a un avión hoy en día se siente un poco como una vuelta a los primeros días de los viajes aéreos. Cada viaje es raro, especial y un poco estresante. Así como los primeros pasajeros pudieran haberse preocupado de que sus aviones se cayeran del cielo, los viajeros de la actualidad deben enfrentarse a la posibilidad de contraer una enfermedad mortal.
Volar hoy en día es totalmente diferente a antes de la pandemia pero, en muchos aspectos, puede que sea mejor. Los estándares de salud son más altos, los aeropuertos no están abarrotados y, quizás lo más importante, la decisión de subirse a un avión ya no es algo que se pueda hacer sin pensarlo dos veces. Atrás quedaron los días de los viajes aéreos baratos y fáciles; el coronavirus ha obligado a todos a ser mucho más reflexivos acerca de cuándo y cómo vuelan.
En este momento, los viajes aéreos globales son casi la mitad de lo que eran el año pasado, según la consultora de aerolíneas OAG. Los datos de vuelos han mostrado que los habitantes de algunos países están “abalanzándose” a los aeropuertos. En China, los vuelos de pasajeros en agosto estuvieron casi a la par con agosto de 2019. Los amigos míos que han tomado vuelos nacionales en ese país me han informado que están completamente llenos. (El hecho de que las autoridades chinas no hayan reportado ningún caso de transmisión local de Covid desde mediados de agosto ha ayudado).
Los nuevos protocolos
Mientras tanto, Europa se ha tardado más en volver a volar. En Alemania y en el Reino Unido, la cantidad de vuelos es sólo un tercio de los niveles normales. Como resultado, seis de los 10 aeropuertos más concurridos del mundo estuvieron en China en agosto, un aumento de dos de cada 10 durante el mismo período el año pasado, según datos de la OAG.
Esta disminución de los viajes aéreos ha sido una fabulosa noticia en lo que se refiere al medio ambiente. Antes del coronavirus, los aviones representaban algo más del 2% de las emisiones globales. Pero, a medida que los confinamientos se volvieron más estrictos en marzo, las emisiones provocadas por los viajes aéreos se redujeron en un tercio y han continuado muy por debajo de los niveles normales.
Por cierto, me sorprendió saber durante mi viaje que estar dentro de un avión no parece ser significativamente más peligroso, en términos de Covid, que muchas otras actividades sociales. El aire en las cabinas generalmente se filtra y recircula cada cuatro minutos. Se han reportado muy pocos casos de transmisión de Covid en aviones; los que han ocurrido involucran a pasajeros sentados a una distancia de dos de las filas de la persona infectada.
Es probable que muchos de los cambios relacionados con la higiene se mantengan. A medida que las aerolíneas luchan por recuperar su negocio y por aquietar las preocupaciones de los pasajeros, sus medidas de seguridad relacionadas con Covid aumentarán, no disminuirán. Algunas aerolíneas ya están entregando protectores faciales de plástico al embarcar, y están obligando a los pasajeros a usarlos junto con una mascarilla.
Llevar a cabo pruebas rutinarias de Covid en los aeropuertos pudiera ser el siguiente paso en esta situación. Algunos aeropuertos ya están ofreciendo pruebas de Covid a los viajeros (Frankfurt es un ejemplo), y Heathrow ha construido un centro de pruebas que está esperando la aprobación del gobierno para abrir. Así como las medidas de seguridad cambiaron permanentemente después del 11 de septiembre, las medidas sanitarias implementadas ahora pudieran ser permanentes. Usar una mascarilla se siente incómodo al principio pero -al igual que empacar artículos de aseo en una bolsa de plástico transparente- es algo a lo que rápidamente nos acostumbraremos.
Es más difícil decir si los cambios de comportamiento persistirán y cuánto durará nuestra renuencia a subirnos a los aviones. La pandemia ha hecho que los viajeros frecuentes se den cuenta de que muchos de sus vuelos pre- Covid no eran absolutamente necesarios (ciertamente yo soy culpable en ese aspecto).
Éste es un cambio bienvenido. Entre las personas que ya están volando de nuevo, la evidencia anecdótica sugiere que están haciendo menos viajes y que se están quedando mucho más tiempo cuando viajan. Esta práctica ha sido propuesta durante mucho tiempo por quienes están preocupados por el cambio climático, pero nunca llegó a popularizarse realmente. Ahora que estamos considerando no sólo el costo climático de volar, sino también el costo de la salud, la perspectiva de lo que vale la pena ha cambiado.
Sin embargo, existe el riesgo de que los cambios relacionados con la salud sean más duraderos que los del comportamiento. La gente tal vez vuelva a volar a medida que los temores de Covid disminuyen; los vuelos nacionales llenos en China sugieren que eso ya está sucediendo allí.
Pero también es posible que nunca veremos a los viajes aéreos de la misma manera; tal vez subirse a un avión para ir a una conferencia o a una entrevista nunca volverá a ser tan común como alguna vez lo fue. Al igual que en los tempranos días de los viajes, volar pudiera ser una aventura especial; una que no se emprende a la ligera. Eso sería mejor para el planeta así como para nuestra salud.